jueves, 8 de marzo de 2018

El Fenómeno Trump


Este trabajo aborda el fenómeno político y social que se inició con la búsqueda de la candidatura y siguió con la elección y primer año de gobierno, en lo que es la presidencia de los Estados Unidos ejercida por Donald Trump. Iniciamos con un análisis del proceso electoral que lo llevo a la presidencia y el primer año de su mandato. A la ruta recorrida por Donald Trump en este periodo se le puede llamar EL FENOMENO TRUMP y constituye un parteaguas del país de enfrente, los Estados Unidos, desde muchos puntos de vista. Abordamos el proceso electoral, la metapsicología de la fascinación del líder, el mensaje, y la generación del entusiasmo que lo llevo a tomar tan alto puesto y lo que está sucediendo al completar su primer año de gobierno. Enfocamos los cuestionamientos técnicos, la obsolescencia funcional en partes del sistema y la fragilidad de las estructuras y los procedimientos electorales.
Los primeros puntos de vista se refieren a la persona de Donald Trump: la psicopatología que se sugiere desde sus conductas observables y que ha sido abordada por varios especialistas. Por ejemplo, fue diagnosticada desde abril de 2016 por Yolanda Pica;
“Los diagnósticos psiquiátricos: Trastorno Narcisista de la Personalidad que se caracteriza por excesivo sentido de la propia importancia, la creencia de que es especial y único, necesidad de admiración, comportamiento explotador, falta de empatía y arrogancia. En mi punto de vista padece además un trastorno delirante paranoide porque en forma permanente amenaza con demandas legales a quienes no están de acuerdo con sus ideas y la falla psicótica (fuera de la realidad) se ha hecho evidente en los siguientes eventos: en el show de “ABC” (2006) le preguntan qué haría si su hija Ivanka posara para “Playboy” contestó: “mi hija tiene una figura hermosa y si no fuera mi hija sería mi mujer” (¿deseo incestuoso?), alterna en temas fundamentales: a favor o en contra de la bomba atómica, amigo o enemigo del líder del Ku Klux Klan, su odio a los migrantes y la forma agresiva como lo expresa corresponde a la falla psicótica que sus seguidores confunden con sinceridad, lo que no tiene es represión. Lo urgente es tratamiento psiquiátrico de largo plazo con medicamentos antipsicóticos” [3]
En otra parte, se hace referencia a psicopatología vista desde el psicoanálisis y sus efectos, a la que me referiré después, la ausencia de su historia partidista, y el posible “truene” o casi fracaso del sistema partidista mismo, que afectó tanto a demócratas como a republicanos.
Esto nos lleva a la consideración metapsicológica de lo que se llama fascinación del líder. Nos apoyamos en un perfil psicológico de Thomas Woodrow Wilson, presidente de los EUA, escrito en coautoría por Sigmund Freud y William C. Bullitt en un periodo de 1930 – 1932, pero publicado en 1967.
Se trata de una obra que ha suscitado controversias acerca de su elaboración, dificultades en el proceso de su publicación, y debates acerca de su contenido conceptual. Sin embargo, se considera relevante el concepto metapsicológico.
Se trata de un volumen que vale la pena leer, estudiar y tomar en cuenta en algunos de sus puntos, sobre todo en el concepto de ideal del superyó, que no se encuentra tratado en las formulaciones teóricas de otras partes de la obra de Freud.
En este texto se describe y se analiza el proceso de desarrollo del Presidente Thomas Woodrow Wilson a la sombra de su padre, un reconocido orador sagrado y pastor elocuente de su época. La biografía del Presidente Wilson describe ampliamente cómo fue desarrollando sus propios talentos como orador y organizador, que lo llevaron a la Primera magistratura de su país, llevando en su inconsciente un proceso de identificación con su padre.
Esta identificación inconsciente con una figura a su vez idealizada determinó en el Presidente Wilson la insistencia de que los tratados de Paz que dieron fin a la Primera Guerra Mundial no sólo dieran fin a una guerra, sino que las prohibieran, y se llegara al extremo de crear la Liga de las Naciones, para ir más allá de un simple armisticio. El empuje para ese proceso idealizador provenía de la consideración inconsciente del padre del Presidente Wilson, idealización que lo hacía ser considerado el emisario del Todopoderoso.
Este interesante volumen fue a su vez estudiado, entre varios autores, por sus conceptos teóricos por la Dra. Fanny Elman Schutt (2005) ya que, como otros autores, ella encontró interesante la consideración de cómo Freud aborda la existencia de un ideal del superyó en los casos en los que la conceptualización de yo ideal y del superyó parecen continuarse hacia la existencia en el aparato psíquico del sujeto, de un personaje altamente idealizado y con rasgos y funciones de omnipotencia.
En estos 2 textos, se encuentra, por una parte, la conceptualización de cómo un líder puede fascinar y reclutar un enorme entusiasmo en el grupo que dirige, primero para sustituir la visión que tienen los integrantes del grupo acerca de sí mismos, y segundo, para que suscriban con ese nivel de entusiasmo las acciones y metas que el líder propone. Estas acciones y metas llegan a sustituir, en parte cuando menos, las funciones pensantes de la masa que sigue al líder.
Esta dinámica se da mediante la subordinación del yo, del yo ideal y del superyó a los conceptos, actitudes, y formulaciones que el líder hace. Llegando a la formulación de un ideal del superyó que se personifica en el líder y con el cual se identifican los miembros componentes del grupo.
El trabajo de Freud se trasluce en el estudio psicológico del presidente Wilson especialmente en las paginas 50 – 71 y de manera más desglosada en los capítulos finales.
Por su parte, Fanny Schutt, hace un análisis histórico de cómo fue escrito y posteriormente publicado el libro de Freud y Bullitt (2005), y señala la manera cómo casi por única vez, Sigmund Freud escribe y conceptualiza al ideal del superyó, usando este concepto para que se pueda entender el entusiasmo con el que el grupo social responde, a lo que se conoce como líder carismático.
Si aplicamos estos criterios dinámicos al análisis de la campaña de Donald Trump y a su desempeño actual, podemos encontrar la explicación de por qué tuvo el suficiente éxito como para resultar electo presidente de Estados Unidos, en un sistema electoral con defectos históricos.
Los siguientes “considerandos” sociales tienen mayor trascendencia, ya que se refieren a un intento de reorganizar todo un sistema de gobierno al que, como a las llantas viejas, ya se le “ven las lonas”. Y es en este sentido que la situación de los EUA es más grave, pues sus puntos de partida, tanto de las decisiones como del estilo de gobernar, resultan con mayor frecuencia destructivas que constructivas, como si Donald Trump estuviera empeñado en regresar en el tiempo para encerrar a la fuerza el “sueño americano” en una fortaleza que prohíbe todo lo que no sea basado en el modelo próspero de los años 1920, apuntando así a un ideal del superyó con el que Trump se identifica. Existen estructuras funcionantes que han ido determinando las dinámicas del periodo actual de la historia. Describo una de ellas, fácilmente documentable.
La ciudad de Washington, como muchas capitales del mundo, es una colección de personas y grupos que tienen qué ver con las tareas de gobernar a los Estados Unidos. Entre estos grupos, hay empresas que se dedican a representar a grandes transnacionales, a empresarios de negocios interrelacionados, a gobiernos extranjeros, o a cualquier grupo que requiere ser atendido para negociar con el gobierno federal norteamericano. Estas empresas de representación se dedican, realmente, a aprovechar sus contactos para lo que puede llamarse “tráfico de influencias”, y tienen en sus manos el timoneo del poder a través de sus contactos con las diferentes agencias del gobierno federal.
Estas empresas de representación están constituidas por personas que han pasado algún tiempo en puestos federales, o que cultivan cuidadosamente las relaciones que tienen con funcionarios de los tres órdenes del gobierno, legislativo, ejecutivo y judicial. Sus funciones los llevan a conducir a sus representados a ponerse en contacto con, o a estimular la tramitación de las decisiones que los beneficien.
Los que trabajan en estos “grupos de intereses especiales” (special interest groups) generalmente tienen qué moverse en terrenos marginales de lo legal. Es decir, que como trabajan con funcionarios para obtener decisiones, contratos u otras manifestaciones del gobierno a favor de sus representados, deben ajustarse a las prohibiciones legales que limitan lo que es válido ofrecer por parte de sus clientes o representados. De ahí que estos agentes vayan adquiriendo y ejerciendo sus funciones, cuidadosamente evitando salirse de lo legal. Aconsejan acerca de regalos o dádivas, contribuciones a las campañas políticas, patrocinio de eventos sociales, etc.
En el caso de Donald Trump, vemos que, desde hace muchos años, ha venido moviéndose en el mundo de los negocios haciendo uso de esos grupos de interés comercial. Netflix presenta actualmente un documental biográfico de Roger Stone (“Get me Roger Stone!”), un personaje representativo del tipo de intermediario o de organizador que se describe como traficante de influencias, organizador de programas y campañas políticas y, en general, dedicado a vender la personalidad de empresas, empresarios y políticos.
El protagonista aparece a lo largo del documental, citan algunas de sus declaraciones, textos o frases célebres, y se va dibujando el perfil de un “operador” de campañas que, con toda libertad, se declara un explotador experto en manipular grandes grupos de gente con fines comerciales o políticos, escéptico abiertamente de los sistemas de valores tradicionales y claramente evita, apenas, caer en transgresiones a las leyes, que reglamentan estas relaciones. Se dibujan rasgos sociopáticos en estas personalidades, abiertamente cínicos o desafiantes de todo lo que les estorba en el entorno social para lograr sus metas.
Este perfil de personalidad, del intermediario entre personajes y empresas, por una parte, y autoridades gubernamentales por la otra, abunda en Washington como sede de toda clase de transacciones, de negocios con el gobierno, de contratos multimillonarios en los EUA o en cualquier parte del mundo, o de participaciones de otros países en relaciones comerciales nunca exentas de los tintes políticos.
La estructura de los procedimientos electorales en Estados Unidos, según Robert Reich (2018) están dominados por la oligarquía que ejercen los grandes capitales. Él hace una apología en la que defiende el sistema capitalista y señala cómo la disminución de la clase media se acompaña de la disminución de la movilidad social, dificultando la progresión hacia arriba en la pirámide económica.
Personajes como Roger Stone, son los modelos de los negociadores que han servido a Donald Trump. El documental señala que, desde hace muchos años, Stone proponía a Trump que buscara ser presidente de su país. Finalmente, Trump se decidió, y su campaña fue un ejemplo de populismo reminiscente del nazismo, con las tácticas de Joseph Goebbels actualizadas a la época en la que vivimos. Si recordamos a la Alemania de los años 1920 y 1930, se ven con claridad los métodos de cómo vender unos cuantos mensajes que provocaron entusiasmo para lo que se pretendía conquistar como una vida mejor.
El discurso simplificado a unas cuantas frases sin complicaciones conceptuales, presentando siempre actitudes agresivas y metas concretas, vendidas las acciones como la esperanza de una vida mejor con exclusión de quienes no son de raza blanca, son las características de una mercadotecnia al servicio de la explotación de las mayorías sajonas ignorantes, de los grupos conservadores, y de grupos a los que se les sigue vendiendo “The American Dream” como a Pinocho la Isla del Placer.
Por el lado opositor, con la candidatura de una mujer a la presidencia y la división sólo aparentemente ideológica de los precandidatos, el partido demócrata resultó ser una entidad política que, en los últimos lustros, ha ido perdiendo su mensaje liberal, su discurso renovador de las instituciones, y la ampliación de una base de afiliados que más bien se reduce, en la práctica, a un proceso progresivamente debilitante de la clase media y de los apoyos tradicionales, a medida que se reducen los sindicatos y se institucionalizan o se pierden grupos progresistas renovadores de la sociedad civil. En la campaña de 2016, además de haber perdido por efecto de los ataques, chantajes y denuncias espurias como trampas agresivas, los propios demócratas del partido reconocieron errores básicos, como lo fue trabajar poco en poblaciones pequeñas y grupos migrantes ya consolidados como ciudadanos. Después de subestimar a Donald Trump, no fueron capaces de negociar un frente unido con un mensaje lo suficientemente poderoso ideológicamente como para convencer a una mayoría más amplia, a pesar de haber obtenido mayoría en el voto popular.
Este efecto se hubiera logrado, entre otras posibles soluciones, si se hubiera llegado a un acuerdo entre Hilary Clinton y el senador Bernie Sanders, que se manifestaba, y todavía lo hace, como “socialista”. Por ejemplo, una candidatura de Sanders para vicepresidente hubiera apuntado a una renovación del Partido Demócrata norteamericano, en lugar de andarse cuidando de acusaciones y chantajes.
Se desarrollaron las interacciones dinámicas de los grupos, desde los precandidatos hasta la elección, con acciones y reacciones que fueron determinando que los adversarios de Trump se retiraran, perdieran patrocinadores y dinero, y fuera quedando un solo candidato.
La campaña entre demócratas seguramente resultó más desgastante hasta que Hilary resultó vencedora, aunque sin los recursos de un multimillonario agresivo y siempre amenazante. Si nos fijamos en las cargas afectivas, hasta las instituciones propias del gobierno (por ejemplo el FBI y los correos de Hilary) se sintieron obligados a dar a Donald Trump y su campaña lo que aquí en México también ocurre: las acusaciones descalificadoras entre políticos no tienen que ser comprobadas.
Los votantes, por millones, respondieron al estímulo a sus procesos primarios, a sus fantasías agresivas, a su racismo, a la cura del gobierno para remediar un desempleo visto con visión tubular y la regresión a una relación nostálgicamente idealizada. Todo ello, envuelto en mensajes simplificados que definen a los “buenos” y a los “malos” sin tener qué pensar o comprobar.
El triunfo electoral de Trump lo puso en el centro de un escenario mundial expectante en el que se ha puesto gran atención a las decisiones que ha ido tomando, y a la manera permanentemente agresiva con la que contesta cualquier cuestionamiento de congreso o de los grupos poblacionales que protestan acerca de sus decisiones y decretos, de tal manera que parece seguir la misma estrategia publica intentando conservar el impulso de sus reformas y el entusiasmo  de las respuestas de la población, cuando menos en los sectores en los que  todavía se aprueba un desempeño que, por otra parte ha tenido cifras porcentuales notablemente bajas de aprobación, y en las últimas semanas se llegó al extremo de detener los gastos cotidianos del poder ejecutivo.
Alrededor del mundo, se han ido generando reacciones y actitudes, tanto de los gobernantes como de la gente, que oscilan entre poner distancia y ser cautos en la expresión, por una parte, o bien recurrir a la actitud defensiva de hacer chistes, burlarse de tan teatral personaje, de manera que se ha creado una amplia colección de elementos sociales para descalificar, y esto sirve para disminuir la angustia que ocasiona un aparato gubernamental agresivo, cuyas acciones o declaraciones cotidianas refrendan la impresión de que Trump demuestra que tiende a ser totalitario. Ambos extremos resultan en que se resta importancia a Donald Trump y se le trivializa, como si fuera el personaje de una comedia, y no el protagonista clave de una situación de gravedad mundial.
Resulta preocupante que tales actitudes se den, pues me sería deseable que no se perdiera de vista lo que sucede en esta nación poderosa, gobernada por un individuo al que se le nota el narcisismo desorbitado o la psicopatía grandiosa, o bien, que hubiera indicios de mayor claridad en quienes responden a las determinaciones y movimientos de este nuevo régimen. Realmente no se trasluce hasta dónde se ha entendido, por los actores políticos, cómo ha sido la génesis y la armazón del fenómeno Trump, en el que predominan la explotación y el chantaje.
Hasta donde se entiende, la trayectoria de esta odisea política arrancó de una cuidadosa planeación por un grupo de expertos en convocar y manipular grupos, probablemente derivando a un programa cuidadosamente formulado de mercadotecnia que, hasta la fecha, se ha venido realizando casi sin desviaciones, a pesar de lo que aparece como cambios de decisiones o de acuerdos. Las características observables son:
1.  El reclutamiento de un público mayormente seleccionado de la población más casada con la fantasía del “American way of life”, incluyendo posturas ideológicas de racismo y supremacía blanca protestante y conservadora. Esta población recibió un mensaje que invita, mediante regresiones, a predominar como fuerza política, poniendo freno a las migraciones hacia los EUA, enfatizando la recuperación de fuentes de trabajo y la exclusión de los extranjeros de la sociedad “pura”.
2.  Los mensajes políticos siguen siendo simplificados, de manera que se formulan como declaraciones sencillas y como llamados a la batalla para recuperar el modo de vida norteamericano, cerrando fronteras y dizque protegiendo las fuentes de trabajo regresándolas a los EUA y cerrando las establecidas por razones capitalistas en otros países, disminuyendo las importaciones y, en general, encerrando gradual y radicalmente al país en un aislacionismo que hace de otras naciones, no solamente competidores, sino nidos originarios de extranjeros indeseables hasta el grado de llegar a  aparecer como actitud paranoide la visión de los peligros de contaminación con otros pueblos.
3.  Los mensajes políticos se declaran, siempre sencillos, en un tono constante y consistentemente beligerante, agresivo y de ataque. Al mismo tiempo se acusa al interlocutor de querer sabotear una especie de nuevo evangelio, destinado a recuperar la pureza de una doctrina social. Las agresiones fueron evidentes a lo largo de una campaña llena de descalificaciones, de un proceso electoral claramente chantajista, contencioso y lleno de acusaciones, y de un inicio de gobierno que claramente busca brincarse las leyes y procedimientos, considerando a los medios de comunicación como enemigos, denunciándolos como intentos de detener la marcha de un retorno a la pureza racial, ideológica y social.
4.  Las posturas ideológicas no son explicadas. Al proceder con gritos de guerra y ataques en aras de tales visiones simplificadas, no se apartan de lo simplificado y tampoco hay lugar para explicaciones, o para un panorama de nación más allá de que “deben ganar los buenos y todos los demás son los malos”. Se proclama un retorno a la libertad de un país que se separa de los demás, idealmente cancelando tratados y compromisos con el resto del mundo, acusándolos agresivamente de ser explotadores, mentirosos y falsos, de los que es necesario defenderse porque son los malos. Un ejemplo claro es cómo, al hablar del Tratado de Libre Comercio que está en revisión, ya acusaban a México de piratería, comercio informal y corrupción como obstáculos, así como el mundo observa su racismo, sus intentos de ser policías y su estructura social actualmente cargada de contradicciones como los servicios médicos, demonizando lo que no han podido descalificar aunque lo sustituyan por estructuras injustas socialmente.
Esta metodología política nos lleva de regreso a la Alemania Nazi y a lo que desarrolló Joseph Goebbels para Hitler, primero describiéndolo como el vengador de los agravios y luego justificando los excesos de una dictadura en extremo genocida y sangrienta. Los analistas políticos lo ven con cierta claridad y los que somos del público observador lo empezamos a entender, más allá de las bromas trivializantes.
No hay que perder de vista que los planteamientos de Trump comienzan hablando de un país arruinado por regímenes anteriores, para ofrecer un retorno a la grandeza dejando que los demás pueblos, naciones e individuos se conviertan en vasallos (Herrenrace, el concepto de la raza pura, dominante).
La pregunta que se plantea es si las otras fuerzas políticas de los estadounidenses se dan cuenta de lo que está pasando; si acaso han analizado la estructura del plan maestro de Trump; si son capaces de diseñar una estrategia igualmente genial para contraatacar lo que pasa; finalmente, si son capaces de reorganizar los partidos políticos para enfrentar esta nueva realidad, viendo hacia un futuro en el que el arte de gobernar regrese a ser de los muchos, más allá de las mafias que manipulan lo que eufemísticamente llaman su “democracia” nuestros vecinos.
Estos planteamientos surgen y expreso una visión asaz esquemática de un problema que nos afecta a todos, con la esperanza de que, aquellos a quienes compete, realmente formulen una respuesta efectiva a tan grave situación, renueven sus cuadros de organización y sus estrategias.




RESUMEN
Este trabajo recorre desde la búsqueda y campaña que realizó Donald Trump de la candidatura a la presidencia de los EUA hasta el primer año de su gestión. Se considera que las conductas manifiestas observables constituyen diferencias notables que se alejan del devenir político de generaciones, notablemente la conducta personal y el concepto del ideal del superyó abordando en la metapsicología de la fascinación del líder las particularidades del mensaje público.
Palabras clave: Fascinación, líder, ideal del superyó, proceso electoral.

SUMMARY
This paper begins with Donald Trump´s Campaign to become the Republican Cadidate for president of the USA up to and including his first year in office. Manifest behaviors are notably different from political process of generations observed, and personal attitudes, the metapsychology of leadership essence, including Freud´s concept of superego ideal and particular expressions of political behavior are examined.
Key words: leadership, response, superego ideal, electoral behavior.


BIBLIOGRAFÍA
·       Campbell, J. (2008) “To Bury Freud on Wilson”: Uncovering Thomas Woodrow Wilson. A psychological Study, by Sigmund Freud and William C. Bullitt. Modern Austrian Literature Vol. 41 No.2 pp 41- 56.
·       Daimiel, GR (2007), International Journal of Psychoanalysis, 88 (3): 800 – 803. La fascinación del líder: En torno a un libro olvidado de Sigmund Freud sobre el president Wilson (The fascination with the leader: On a forgotten book by S. Freud about President Wilson) by Fanny Elman Schutt. Madrid, Biblioteca Nueva, 2005, 140p. Review by Gracia Rodriguez Daimil.
·       Freud, Sigmund and Bullitt, William C- (1967) Thomas Woodrow Wilson, a Psychological Study. Houghton Mifflin Company, Boston. The Riverside Press Cambridge.
·       Freud, S y Bullitt, W (1973) El Presidente Thomas Woodrow Wilson. Un Estudio Psicológico Buenos Aires, Letra Viva.
·       “Get me Roger Stone!” – Netflix, 2017.
·       Pica, Yolanda, “Donald Trump: Trastorno Delirante”, La Razón, México, 30 Enero 2017, segunda publicación.
·       Reich, Robert: Defending Capitalism Netflix, 2017.
·       Schutt, FE (2005) La fascinación del líder. Entorno a un libro olvidado de Freud sobre el presidente Wilson. Madrid, Biblioteca Nueva.
·       Schutt, Fanny Elman: Freud, Wilson; la cuestión del líder y el ideal del superyó.




[1] Congreso Nacional de Psicoanálisis, México, enero 2018.
[2] Expresidente de la Asociación Psicoanalítica Mexicana.
·         [3] Pica, Yolanda, “Donald Trump: Trastorno Delirante”, La Razón, México, 30 Enero 2017, segunda publicación.


No necesito La Ballena Azul. Tengo La Ballena Rosa.


El desarrollo explosivo que han tenido las llamadas redes sociales ha permitido –y de hecho demandado– la multiplicación de los contenidos de los mensajes que circulan por ellas. Esto ha propiciado una competencia muy intensa por la atención de quienes circulan por estas redes de comunicación masiva, haciendo uso de materiales descriptivos, ilustraciones, videos e imágenes, que advirtiéndolo o no, van subiendo el tono escandaloso de lo que se comunica en esta competencia.
De esta manera, los contenidos que podemos encontrar van a llamar la atención, muchas veces a través de relatos o imágenes impresionantes. Esto va llevando a una proporción creciente de episodios desagradables, de imágenes o videos escandalosos que consideran poco la sensibilidad del receptor del mensaje, afectando así la sensibilidad de los niños ante informaciones prematuras, o de los adultos frente a contenidos impresionantes de diversos tipos.
En estas consideraciones, ocupan un lugar importante los llamados o las invitaciones a buscar experiencias nuevas cada vez más atrevidas, muchas veces llevadas a extremos peligrosos sin considerar el potencial de daño que puedan ocasionar a quienes se aventuran a seguir el desafío y responder a él. Esto incluye concursos de desafíos de peligrosidad creciente como en la película Nerve (Netflix) de cuño reciente, aventuras sexuales y desafíos de proezas físicas peligrosas para quienes no están entrenados.
Una de estas series de desafíos se ha llevado al extremo de acercarse a la decisión acerca del suicidio del protagonista que acepta seguir la secuencia. Lo que se ha llamado La Ballena Azul sigue un camino negador de las capacidades para disfrutar o para las aventuras constructivas, buscando extremos que llegan a plantear situaciones peligrosas o destructivas, como si la visión de la vida, que tienen quienes se aventuran por ese camino, fuera de un cuestionamiento nihilista, con la negación de las inmensas posibilidades que tenemos los seres humanos de contribuir al mejoramiento de cada uno de nosotros.
Así son los planteamientos que crecientemente aparecen en las redes sociales: cada vez más impresionantes, cada vez más escandalosos, cada vez más destructivos, cada vez propugnando por visiones del ser humano como empobrecidodesafiado a sufrir y en última instancia, desechable porque se equivocó o no pudo lograr lo que se le pidió.
Aquí, por todo lo que encuentro en esas comunicaciones, deseo expresar una protesta:
¡Basta ya de buscar el choque negador de la bondad del ser humano! Propongo que el ser humano es un conjunto enorme de posibilidades positivas y que engancharse con los mensajes ruidosos, espectaculares y destructivos –cada vez más comunes– sin tener en cuenta los valores positivos, es un desperdicio: cuando sin cuestionarlo, vamos aceptando que somos desechables, sin valor.
Hago eco a los contenidos de los mensajes en redes sociales cuando reconocen que frente a las dificultades de todo tipo que la realidad de la vida nos impone a resolver, la esencia del ser humano tiene contenidos que permitan buscar y plantear soluciones que, aunque representen dificultades, somos capaces de llevar a cabo.  Muchas veces la realidad de nuestro crecimiento y desarrollo como personas nos plantea retos más difíciles que los que plantean los escépticos depresivos en las redes sociales. Muchas veces vemos frente a nosotros estos retos de vida que tienen que ver con nuestro crecimiento y nuestro desarrollo esperado y deseado, como abrumadoras tareas irrealizables, pero acometemos nuestros intentos de solución con el espíritu alto y no derrotados de antemano (!).
¿Cuántas veces podemos hacer más, si estamos inspirados? ¿Cuántas veces nuestra enjundia procede de la insatisfacción y el enojo? ¿Cuántas veces la búsqueda de lo bello nos permite superar lo siniestro, protestar ante lo desagradable o destructivo?
Ésta es una de esas veces. Es una invitación a mirarnos y a decidir que el ser humano está lleno de potencialidades para realizar el desarrollo de su persona más allá de lo que pensaba. En ese mundo interno, en el que decidimos qué hacer, llegamos más lejos, más alto y con más fuerza cuando nos sentimos capaces que cuando nos damos por vencidos.
Creo que no necesito La Ballena Azul. Tengo La Ballena Rosa.
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El Perseguidor desconocido de "13reasonsWhy"

Con el sello de Netflix como productora, circula una serie llamada 13 Razones “para matarme” que ha despertado el interés de los adolescentes y no pocas controversias entre los adultos. Trata de la descripción que hace Hannah Baker (la protagonista ya suicidada), de las personas y las situaciones en las que se vio involucrada con el grupo específico de sus compañeros preparatorianos en la escuela donde forman parte de una comunidad numerosa, que fue seleccionando para efectos de ese relato.
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Hannah deja el relato descrito desde su óptica en 13 audiocassettes, con que selecciona a una persona con la que la protagonista tuvo contacto específico. Así va describiendo los episodios de una convivencia con ellos y también con ellas, puestos en términos de una búsqueda angustiada de sentir su pertenencia, de sentirse escuchada, entendida y atendida. Siente y califica a cada uno de sus contactos como alguien que fracasó al reaccionar hacia ella como que no proveyó la respuesta esperada o deseada, hasta que se quedó Hannah sin alguien que, con su presencia resolvedora, evite que ella se suicide.
El largo camino que recorre, tratando de encontrar comprensión y pertenencia, va describiendo a los distintos personajes de su comunidad educativa, cada uno un ejemplo de patología adolescente que confronta al espectador con el fenómeno clínico de cómo en su grupo se escenificaron las conductas patológicas bajo la guisa de ser actuaciones adolescentes de poca importancia.
Este fenómeno grupal también ilustra cómo se van seleccionando a aquellos que sobresalen por logros reales, al igual que a los que buscan compensar carencias o traumas de sus vidas personales. Así inicialmente se pierde la perspectiva de lo que es normal y de lo que no lo es. Las descripciones de Hannah nos muestran lo que hay detrás de las conductas manifiestas, la angustia y el sufrimiento de los adolescentes en su proceso de desarrollo.
Este es el misterio no resuelto de lo que pasó con Hannah: ¿Dónde estaba la ayuda y la comprensión que ella necesitaba para no terminar con su vida? En cada ejemplo que ella pone, en cada personaje que describe, lo que resulta es un desencuentro con las personas-objetos con quienes se va poniendo en contacto, hasta que opta por la terminación de su vida.
La manera elegida por Hannah en Thirteen Reasons Why para describir su trayecto de la vida hacia la muerte es pues la descripción de un intento fallido de enlazar con una persona buscando una sensación de pertenencia —con ella o con él— y a través de esa persona, la pertenencia identificatoria con el grupo. No hay que olvidar dos cosas ligadas entre sí. Primero: los adolescentes requieren en momentos importantes de su etapa, que su persona, que su identidad y que su representación para sí mismos, sean las que comparten con el grupo al que pertenecen.  Y en segundo lugar: cuando esto no sucede, ocurre con frecuencia la sensación de no ser nadie o de no existir o de no saber quién es.
Esto era el núcleo de la angustia existencial que Hannah trataba de resolver con sus acercamientos a las personas o con sus conductas en el grupo con el que convivía en la escuela.
El medio que Hannah eligió para describir su sufrimiento y los fracasos de sus intentos por sobrevivir y definirse como persona, consistió en trece audiocassettesgrabados por ella. En cada uno, relata la experiencia de su acercamiento a la pertenencia al grupo a través de una relación específica y en momentos específicos de la convivencia tales como eventos, su asistencia sola o acompañada y de lo que sucedió como respuesta a su presencia allí. El hecho de que la existencia de estos cassettes fuera conocida por la comunidad escolar de manera póstuma, con poca información acerca de sus contenidos, generó una reacción de miedo persecutorio en los componentes de ese grupo de personas que, de alguna manera y en algún momento, fueron protagonistas de interacciones con Hannah.
Se desató entonces una huida emocional que pronto hizo del miedo el motor principal de la dinámica en el grupo.
La mayoría decidió que lo mejor era ignorar hasta la existencia misma de los cassettes y sus contenidos. Trataban de evitar que se mencionaran en sus conversaciones, sobretodo lejos de padres, consejeros o maestros; se hablaba de ellos —inevitablemente— en los pequeños grupos en los lugares privados y se desató la defensividad tratando de negar que existían los cassettes o que se conocía su contenido, o que tuvieran relevancia en la vida de esa comunidad.
Una reacción colectiva de esa magnitud hace del miedo casi un personajeque acecha a individuos y a grupos.
En el caso de esta serie, el miedo a ser descubierto como culpable en la motivación de Hannah para terminar con su vida parece dar vida a un fantasma que hace de quienes convivieron con ella, culpables de haberla orillado al suicidio. Las descripciones de esta persona central (Hannah Baker) parecen apuntar siempre al fracaso de sus intentos por hacer contacto con integrantes de este grupo escolar, de quienes Hannah esperó respuestas que no se dieron o agresiones que sí se dieron.
Finalmente, la serie desemboca en la circunstancia realista de que el caso se abre a la investigación policiaca y se producen las declaraciones de quienes conocieron o tuvieron contacto con Hannah. Se van disipando los nubarrones de la persecución temida, aunque los sentimientos de culpa persistan en varios personajes (con razón o sin ella) según sea el caso: por acusaciones explícitas de agresiones reales, por acusaciones implícitas de actitudes percibidas por Hannah o con sentimientos con los que se quedan algunos chicos, como sucede notablemente con Clay Jensen.
La experiencia clínica con individuos y con grupos, cuando ocurre una secuencia de eventos dolorosos y traumáticos como los que relata esta serie, ha comprobado que el abordaje terapéutico debe ser tan pronto como sea posible y tan abiertamente explorador de los contenidos dolorosos como lo toleren los afectados, de acuerdo con las normas técnicas que se sigan.
En el caso que nos ocupa, tanto el planteamiento de Hannah como la reacción defensiva, a nivel individual y a nivel grupal, hizo del miedo persecutorio un personaje casi real, interfiriendo con lo que la comunidad escolar podría haber hecho si se hubiera abierto la temática desde que surgió, a raíz del desafortunado final en la vida de Hannah.
La oportunidad de explorar las opiniones de adolescentes acerca de esta serie ha sido escasa y la mayoría de sus respuestas parece que ha sido de poca reactividad. Hace que uno se pregunte si el fantasma (miedo) de la culpa persecutoria pueda tener resonancias en parte, del posible auditorio joven (!).

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