El Fenómeno Trump
Este
trabajo aborda el fenómeno político y social que se inició con la búsqueda de
la candidatura y siguió con la elección y primer año de gobierno, en lo que es
la presidencia de los Estados Unidos ejercida por Donald Trump. Iniciamos con
un análisis del proceso electoral que lo llevo a la presidencia y el primer año
de su mandato. A la ruta recorrida por Donald Trump en este periodo se le puede
llamar EL FENOMENO TRUMP y constituye un parteaguas del país de enfrente, los
Estados Unidos, desde muchos puntos de vista. Abordamos el proceso electoral,
la metapsicología de la fascinación del líder, el mensaje, y la generación del
entusiasmo que lo llevo a tomar tan alto puesto y lo que está sucediendo al
completar su primer año de gobierno. Enfocamos los cuestionamientos técnicos,
la obsolescencia funcional en partes del sistema y la fragilidad de las
estructuras y los procedimientos electorales.
Los
primeros puntos de vista se refieren a la persona de Donald Trump: la
psicopatología que se sugiere desde sus conductas observables y que ha sido abordada
por varios especialistas. Por ejemplo, fue diagnosticada desde abril de 2016 por
Yolanda Pica;
“Los diagnósticos psiquiátricos: Trastorno Narcisista de la
Personalidad que se caracteriza por excesivo sentido de la propia importancia,
la creencia de que es especial y único, necesidad de admiración, comportamiento
explotador, falta de empatía y arrogancia. En mi punto de vista padece además
un trastorno delirante paranoide porque en forma permanente amenaza con
demandas legales a quienes no están de acuerdo con sus ideas y la falla
psicótica (fuera de la realidad) se ha hecho evidente en los siguientes
eventos: en el show de “ABC” (2006) le preguntan qué haría si su hija Ivanka
posara para “Playboy” contestó: “mi hija tiene una figura hermosa y si no fuera
mi hija sería mi mujer” (¿deseo incestuoso?), alterna en temas fundamentales: a
favor o en contra de la bomba atómica, amigo o enemigo del líder del Ku Klux
Klan, su odio a los migrantes y la forma agresiva como lo expresa corresponde a
la falla psicótica que sus seguidores confunden con sinceridad, lo que no tiene
es represión. Lo urgente es tratamiento psiquiátrico de largo plazo con
medicamentos antipsicóticos” [3]
En
otra parte, se hace referencia a psicopatología vista desde el psicoanálisis y
sus efectos, a la que me referiré después, la ausencia de su historia
partidista, y el posible “truene” o casi fracaso del sistema partidista mismo, que
afectó tanto a demócratas como a republicanos.
Esto
nos lleva a la consideración metapsicológica de lo que se llama fascinación del
líder. Nos apoyamos en un perfil psicológico de Thomas Woodrow Wilson, presidente
de los EUA, escrito en coautoría por Sigmund Freud y William C. Bullitt en un
periodo de 1930 – 1932, pero publicado en 1967.
Se
trata de una obra que ha suscitado controversias acerca de su elaboración,
dificultades en el proceso de su publicación, y debates acerca de su contenido
conceptual. Sin embargo, se considera relevante el concepto metapsicológico.
Se
trata de un volumen que vale la pena leer, estudiar y tomar en cuenta en
algunos de sus puntos, sobre todo en el concepto de ideal del superyó, que no
se encuentra tratado en las formulaciones teóricas de otras partes de la obra
de Freud.
En
este texto se describe y se analiza el proceso de desarrollo del Presidente
Thomas Woodrow Wilson a la sombra de su padre, un reconocido orador sagrado y
pastor elocuente de su época. La biografía del Presidente Wilson describe
ampliamente cómo fue desarrollando sus propios talentos como orador y
organizador, que lo llevaron a la Primera magistratura de su país, llevando en
su inconsciente un proceso de identificación con su padre.
Esta
identificación inconsciente con una figura a su vez idealizada determinó en el
Presidente Wilson la insistencia de que los tratados de Paz que dieron fin a la
Primera Guerra Mundial no sólo dieran fin a una guerra, sino que las
prohibieran, y se llegara al extremo de crear la Liga de las Naciones, para ir
más allá de un simple armisticio. El empuje para ese proceso idealizador
provenía de la consideración inconsciente del padre del Presidente Wilson,
idealización que lo hacía ser considerado el emisario del Todopoderoso.
Este
interesante volumen fue a su vez estudiado, entre varios autores, por sus
conceptos teóricos por la Dra. Fanny Elman Schutt (2005) ya que, como otros
autores, ella encontró interesante la consideración de cómo Freud aborda la
existencia de un ideal del superyó en los casos en los que la conceptualización
de yo ideal y del superyó parecen continuarse hacia la existencia en el aparato
psíquico del sujeto, de un personaje altamente idealizado y con rasgos y
funciones de omnipotencia.
En
estos 2 textos, se encuentra, por una parte, la conceptualización de cómo un
líder puede fascinar y reclutar un enorme entusiasmo en el grupo que dirige,
primero para sustituir la visión que tienen los integrantes del grupo acerca de
sí mismos, y segundo, para que suscriban con ese nivel de entusiasmo las
acciones y metas que el líder propone. Estas acciones y metas llegan a
sustituir, en parte cuando menos, las funciones pensantes de la masa que sigue
al líder.
Esta
dinámica se da mediante la subordinación del yo, del yo ideal y del superyó a
los conceptos, actitudes, y formulaciones que el líder hace. Llegando a la
formulación de un ideal del superyó que se personifica en el líder y con el
cual se identifican los miembros componentes del grupo.
El trabajo
de Freud se trasluce en el estudio psicológico del presidente Wilson
especialmente en las paginas 50 – 71 y de manera más desglosada en los
capítulos finales.
Por su
parte, Fanny Schutt, hace un análisis histórico de cómo fue escrito y
posteriormente publicado el libro de Freud y Bullitt (2005), y señala la manera
cómo casi por única vez, Sigmund Freud escribe y conceptualiza al ideal del superyó,
usando este concepto para que se pueda entender el entusiasmo con el que el
grupo social responde, a lo que se conoce como líder carismático.
Si
aplicamos estos criterios dinámicos al análisis de la campaña de Donald Trump y
a su desempeño actual, podemos encontrar la explicación de por qué tuvo el
suficiente éxito como para resultar electo presidente de Estados Unidos, en un
sistema electoral con defectos históricos.
Los
siguientes “considerandos” sociales tienen mayor trascendencia, ya que se
refieren a un intento de reorganizar todo un sistema de gobierno al que, como a
las llantas viejas, ya se le “ven las lonas”. Y es en este sentido que la
situación de los EUA es más grave, pues sus puntos de partida, tanto de las
decisiones como del estilo de gobernar, resultan con mayor frecuencia destructivas
que constructivas, como si Donald Trump estuviera empeñado en regresar en el
tiempo para encerrar a la fuerza el “sueño americano” en una fortaleza que
prohíbe todo lo que no sea basado en el modelo próspero de los años 1920,
apuntando así a un ideal del superyó con el que Trump se identifica. Existen
estructuras funcionantes que han ido determinando las dinámicas del periodo
actual de la historia. Describo una de ellas, fácilmente documentable.
La
ciudad de Washington, como muchas capitales del mundo, es una colección de
personas y grupos que tienen qué ver con las tareas de gobernar a los Estados
Unidos. Entre estos grupos, hay empresas que se dedican a representar a grandes
transnacionales, a empresarios de negocios interrelacionados, a gobiernos
extranjeros, o a cualquier grupo que requiere ser atendido para negociar con el
gobierno federal norteamericano. Estas empresas de representación se dedican,
realmente, a aprovechar sus contactos para lo que puede llamarse “tráfico de influencias”, y tienen en sus
manos el timoneo del poder a través de sus contactos con las diferentes
agencias del gobierno federal.
Estas
empresas de representación están constituidas por personas que han pasado algún
tiempo en puestos federales, o que cultivan cuidadosamente las relaciones que
tienen con funcionarios de los tres órdenes del gobierno, legislativo,
ejecutivo y judicial. Sus funciones los llevan a conducir a sus representados a
ponerse en contacto con, o a estimular la tramitación de las decisiones que los
beneficien.
Los
que trabajan en estos “grupos de intereses especiales” (special interest groups) generalmente tienen qué moverse en
terrenos marginales de lo legal. Es decir, que como trabajan con funcionarios
para obtener decisiones, contratos u otras manifestaciones del gobierno a favor
de sus representados, deben ajustarse a las prohibiciones legales que limitan
lo que es válido ofrecer por parte de sus clientes o representados. De ahí que
estos agentes vayan adquiriendo y ejerciendo sus funciones, cuidadosamente
evitando salirse de lo legal. Aconsejan acerca de regalos o dádivas,
contribuciones a las campañas políticas, patrocinio de eventos sociales, etc.
En el
caso de Donald Trump, vemos que, desde hace muchos años, ha venido moviéndose
en el mundo de los negocios haciendo uso de esos grupos de interés comercial.
Netflix presenta actualmente un documental biográfico de Roger Stone (“Get me
Roger Stone!”), un personaje representativo del tipo de intermediario o de
organizador que se describe como traficante de influencias, organizador de
programas y campañas políticas y, en general, dedicado a vender la personalidad
de empresas, empresarios y políticos.
El
protagonista aparece a lo largo del documental, citan algunas de sus
declaraciones, textos o frases célebres, y se va dibujando el perfil de un
“operador” de campañas que, con toda libertad, se declara un explotador experto
en manipular grandes grupos de gente con fines comerciales o políticos,
escéptico abiertamente de los sistemas de valores tradicionales y claramente
evita, apenas, caer en transgresiones a las leyes, que reglamentan estas
relaciones. Se dibujan rasgos sociopáticos en estas personalidades,
abiertamente cínicos o desafiantes de todo lo que les estorba en el entorno
social para lograr sus metas.
Este
perfil de personalidad, del intermediario entre personajes y empresas, por una
parte, y autoridades gubernamentales por la otra, abunda en Washington como
sede de toda clase de transacciones, de negocios con el gobierno, de contratos
multimillonarios en los EUA o en cualquier parte del mundo, o de
participaciones de otros países en relaciones comerciales nunca exentas de los
tintes políticos.
La
estructura de los procedimientos electorales en Estados Unidos, según Robert
Reich (2018) están dominados por la oligarquía que ejercen los grandes capitales.
Él hace una apología en la que defiende el sistema capitalista y señala cómo la
disminución de la clase media se acompaña de la disminución de la movilidad
social, dificultando la progresión hacia arriba en la pirámide económica.
Personajes
como Roger Stone, son los modelos de los negociadores que han servido a Donald
Trump. El documental señala que, desde hace muchos años, Stone proponía a Trump
que buscara ser presidente de su país. Finalmente, Trump se decidió, y su campaña
fue un ejemplo de populismo reminiscente del nazismo, con las tácticas de Joseph
Goebbels actualizadas a la época en la que vivimos. Si recordamos a la Alemania
de los años 1920 y 1930, se ven con claridad los métodos de cómo vender unos
cuantos mensajes que provocaron entusiasmo para lo que se pretendía conquistar
como una vida mejor.
El
discurso simplificado a unas cuantas frases sin complicaciones conceptuales,
presentando siempre actitudes agresivas y metas concretas, vendidas las
acciones como la esperanza de una vida mejor con exclusión de quienes no son de
raza blanca, son las características de una mercadotecnia al servicio de la
explotación de las mayorías sajonas ignorantes, de los grupos conservadores, y
de grupos a los que se les sigue vendiendo “The American Dream” como a Pinocho
la Isla del Placer.
Por el
lado opositor, con la candidatura de una mujer a la presidencia y la división
sólo aparentemente ideológica de los precandidatos, el partido demócrata
resultó ser una entidad política que, en los últimos lustros, ha ido perdiendo
su mensaje liberal, su discurso renovador de las instituciones, y la ampliación
de una base de afiliados que más bien se reduce, en la práctica, a un proceso
progresivamente debilitante de la clase media y de los apoyos tradicionales, a
medida que se reducen los sindicatos y se institucionalizan o se pierden grupos
progresistas renovadores de la sociedad civil. En la campaña de 2016, además de
haber perdido por efecto de los ataques, chantajes y denuncias espurias como
trampas agresivas, los propios demócratas del partido reconocieron errores
básicos, como lo fue trabajar poco en poblaciones pequeñas y grupos migrantes
ya consolidados como ciudadanos. Después de subestimar a Donald Trump, no
fueron capaces de negociar un frente unido con un mensaje lo suficientemente
poderoso ideológicamente como para convencer a una mayoría más amplia, a pesar
de haber obtenido mayoría en el voto popular.
Este
efecto se hubiera logrado, entre otras posibles soluciones, si se hubiera
llegado a un acuerdo entre Hilary Clinton y el senador Bernie Sanders, que se
manifestaba, y todavía lo hace, como “socialista”. Por ejemplo, una candidatura
de Sanders para vicepresidente hubiera apuntado a una renovación del Partido
Demócrata norteamericano, en lugar de andarse cuidando de acusaciones y
chantajes.
Se
desarrollaron las interacciones dinámicas de los grupos, desde los
precandidatos hasta la elección, con acciones y reacciones que fueron
determinando que los adversarios de Trump se retiraran, perdieran
patrocinadores y dinero, y fuera quedando un solo candidato.
La
campaña entre demócratas seguramente resultó más desgastante hasta que Hilary
resultó vencedora, aunque sin los recursos de un multimillonario agresivo y
siempre amenazante. Si nos fijamos en las cargas afectivas, hasta las
instituciones propias del gobierno (por ejemplo el FBI y los correos de Hilary)
se sintieron obligados a dar a Donald Trump y su campaña lo que aquí en México
también ocurre: las acusaciones descalificadoras entre políticos no tienen que
ser comprobadas.
Los
votantes, por millones, respondieron al estímulo a sus procesos primarios, a sus
fantasías agresivas, a su racismo, a la cura del gobierno para remediar un
desempleo visto con visión tubular y la regresión a una relación
nostálgicamente idealizada. Todo ello, envuelto en mensajes simplificados que
definen a los “buenos” y a los “malos” sin tener qué pensar o comprobar.
El
triunfo electoral de Trump lo puso en el centro de un escenario mundial
expectante en el que se ha puesto gran atención a las decisiones que ha ido
tomando, y a la manera permanentemente agresiva con la que contesta cualquier cuestionamiento
de congreso o de los grupos poblacionales que protestan acerca de sus
decisiones y decretos, de tal manera que parece seguir la misma estrategia
publica intentando conservar el impulso de sus reformas y el entusiasmo de las respuestas de la población, cuando
menos en los sectores en los que todavía
se aprueba un desempeño que, por otra parte ha tenido cifras porcentuales
notablemente bajas de aprobación, y en las últimas semanas se llegó al extremo
de detener los gastos cotidianos del poder ejecutivo.
Alrededor
del mundo, se han ido generando reacciones y actitudes, tanto de los
gobernantes como de la gente, que oscilan entre poner distancia y ser cautos en
la expresión, por una parte, o bien recurrir a la actitud defensiva de hacer
chistes, burlarse de tan teatral personaje, de manera que se ha creado una
amplia colección de elementos sociales para descalificar, y esto sirve para
disminuir la angustia que ocasiona un aparato gubernamental agresivo, cuyas
acciones o declaraciones cotidianas refrendan la impresión de que Trump
demuestra que tiende a ser totalitario. Ambos extremos resultan en que se resta
importancia a Donald Trump y se le trivializa, como si fuera el personaje de
una comedia, y no el protagonista clave de una situación de gravedad mundial.
Resulta
preocupante que tales actitudes se den, pues me sería deseable que no se
perdiera de vista lo que sucede en esta nación poderosa, gobernada por un individuo
al que se le nota el narcisismo desorbitado o la psicopatía grandiosa, o bien,
que hubiera indicios de mayor claridad en quienes responden a las
determinaciones y movimientos de este nuevo régimen. Realmente no se trasluce
hasta dónde se ha entendido, por los actores políticos, cómo ha sido la génesis
y la armazón del fenómeno Trump, en el que predominan la explotación y el
chantaje.
Hasta
donde se entiende, la trayectoria de esta odisea política arrancó de una
cuidadosa planeación por un grupo de expertos en convocar y manipular grupos,
probablemente derivando a un programa cuidadosamente formulado de mercadotecnia
que, hasta la fecha, se ha venido realizando casi sin desviaciones, a pesar de
lo que aparece como cambios de decisiones o de acuerdos. Las características
observables son:
1. El
reclutamiento de un público mayormente seleccionado de la población más casada
con la fantasía del “American way of life”, incluyendo posturas ideológicas de
racismo y supremacía blanca protestante y conservadora. Esta población recibió
un mensaje que invita, mediante regresiones, a predominar como fuerza política,
poniendo freno a las migraciones hacia los EUA, enfatizando la recuperación de
fuentes de trabajo y la exclusión de los extranjeros de la sociedad “pura”.
2. Los
mensajes políticos siguen siendo simplificados, de manera que se formulan como
declaraciones sencillas y como llamados a la batalla para recuperar el modo de
vida norteamericano, cerrando fronteras y dizque protegiendo las fuentes de
trabajo regresándolas a los EUA y cerrando las establecidas por razones
capitalistas en otros países, disminuyendo las importaciones y, en general,
encerrando gradual y radicalmente al país en un aislacionismo que hace de otras
naciones, no solamente competidores, sino nidos originarios de extranjeros
indeseables hasta el grado de llegar a
aparecer como actitud paranoide la visión de los peligros de
contaminación con otros pueblos.
3. Los
mensajes políticos se declaran, siempre sencillos, en un tono constante y
consistentemente beligerante, agresivo y de ataque. Al mismo tiempo se acusa al
interlocutor de querer sabotear una especie de nuevo evangelio, destinado a
recuperar la pureza de una doctrina social. Las agresiones fueron evidentes a
lo largo de una campaña llena de descalificaciones, de un proceso electoral
claramente chantajista, contencioso y lleno de acusaciones, y de un inicio de
gobierno que claramente busca brincarse las leyes y procedimientos, considerando
a los medios de comunicación como enemigos, denunciándolos como intentos de
detener la marcha de un retorno a la pureza racial, ideológica y social.
4. Las
posturas ideológicas no son explicadas. Al proceder con gritos de guerra y
ataques en aras de tales visiones simplificadas, no se apartan de lo
simplificado y tampoco hay lugar para explicaciones, o para un panorama de
nación más allá de que “deben ganar los buenos y todos los demás son los malos”.
Se proclama un retorno a la libertad de un país que se separa de los demás,
idealmente cancelando tratados y compromisos con el resto del mundo,
acusándolos agresivamente de ser explotadores, mentirosos y falsos, de los que
es necesario defenderse porque son los malos. Un ejemplo claro es cómo, al
hablar del Tratado de Libre Comercio que está en revisión, ya acusaban a México
de piratería, comercio informal y corrupción como obstáculos, así como el mundo
observa su racismo, sus intentos de ser policías y su estructura social
actualmente cargada de contradicciones como los servicios médicos, demonizando lo
que no han podido descalificar aunque lo sustituyan por estructuras injustas
socialmente.
Esta
metodología política nos lleva de regreso a la Alemania Nazi y a lo que
desarrolló Joseph Goebbels para Hitler, primero describiéndolo como el vengador
de los agravios y luego justificando los excesos de una dictadura en extremo
genocida y sangrienta. Los analistas políticos lo ven con cierta claridad y los
que somos del público observador lo empezamos a entender, más allá de las
bromas trivializantes.
No
hay que perder de vista que los planteamientos de Trump comienzan hablando de
un país arruinado por regímenes anteriores, para ofrecer un retorno a la
grandeza dejando que los demás pueblos, naciones e individuos se conviertan en
vasallos (Herrenrace, el concepto de
la raza pura, dominante).
La
pregunta que se plantea es si las otras fuerzas políticas de los
estadounidenses se dan cuenta de lo que está pasando; si acaso han analizado la
estructura del plan maestro de Trump; si son capaces de diseñar una estrategia
igualmente genial para contraatacar lo que pasa; finalmente, si son capaces de
reorganizar los partidos políticos para enfrentar esta nueva realidad, viendo
hacia un futuro en el que el arte de gobernar regrese a ser de los muchos, más
allá de las mafias que manipulan lo que eufemísticamente llaman su “democracia”
nuestros vecinos.
Estos
planteamientos surgen y expreso una visión asaz esquemática de un problema que
nos afecta a todos, con la esperanza de que, aquellos a quienes compete,
realmente formulen una respuesta efectiva a tan grave situación, renueven sus
cuadros de organización y sus estrategias.
RESUMEN
Este
trabajo recorre desde la búsqueda y campaña que realizó Donald Trump de la
candidatura a la presidencia de los EUA hasta el primer año de su gestión. Se
considera que las conductas manifiestas observables constituyen diferencias
notables que se alejan del devenir político de generaciones, notablemente la
conducta personal y el concepto del ideal del superyó abordando en la
metapsicología de la fascinación del líder las particularidades del mensaje
público.
Palabras
clave: Fascinación, líder, ideal del superyó, proceso electoral.
SUMMARY
This paper begins with Donald Trump´s Campaign to
become the Republican Cadidate for president of the USA up to and including his
first year in office. Manifest behaviors are notably different from political
process of generations observed, and personal attitudes, the metapsychology of
leadership essence, including Freud´s concept of superego ideal and particular
expressions of political behavior are examined.
Key words:
leadership, response, superego ideal, electoral behavior.
BIBLIOGRAFÍA
·
Campbell,
J. (2008) “To Bury Freud on Wilson”: Uncovering Thomas Woodrow Wilson. A
psychological Study, by Sigmund Freud and William C. Bullitt. Modern Austrian
Literature Vol. 41 No.2 pp 41- 56.
·
Daimiel,
GR (2007), International Journal of Psychoanalysis, 88 (3): 800 – 803. La
fascinación del líder: En torno a un libro olvidado de Sigmund Freud sobre el
president Wilson (The fascination with the leader: On a forgotten book by S.
Freud about President Wilson) by Fanny Elman Schutt. Madrid, Biblioteca Nueva,
2005, 140p. Review by Gracia Rodriguez Daimil.
·
Freud,
Sigmund and Bullitt, William C- (1967) Thomas Woodrow Wilson, a Psychological
Study. Houghton Mifflin Company, Boston. The Riverside Press Cambridge.
·
Freud,
S y Bullitt, W (1973) El Presidente Thomas Woodrow Wilson. Un Estudio
Psicológico Buenos Aires, Letra Viva.
·
“Get
me Roger Stone!” – Netflix, 2017.
· Pica,
Yolanda, “Donald Trump: Trastorno Delirante”, La Razón, México, 30 Enero 2017, segunda publicación.
·
Reich,
Robert: Defending Capitalism Netflix, 2017.
· Schutt,
FE (2005) La fascinación del líder. Entorno a un libro olvidado de Freud sobre
el presidente Wilson. Madrid, Biblioteca Nueva.
· Schutt,
Fanny Elman: Freud, Wilson; la cuestión del líder y el ideal del superyó.
[1]
Congreso Nacional de Psicoanálisis, México, enero 2018.
[2]
Expresidente de la Asociación Psicoanalítica Mexicana.
·
[3] Pica, Yolanda, “Donald Trump: Trastorno
Delirante”, La Razón, México, 30
Enero 2017, segunda publicación.